SERIES «QUINCALLERAS», DIVERTIMENTOS XILOFRÁFICOS

LA EXPRESIÓN ARTÍSTICA MÁS MODESTA, DE LA CORRIDA, TIENE SU INTERÉS

Tras la aparición de la tauromaquia de Antonio Carnicero, con la compañía de sus copiadores más significativos, los impresores más modestos comenzaron a producir escenas de la corrida en soportes menos costosos, tipo quincalla, que satisficiera a una clientela popular, con objeto de difundir la fiesta de toros masivamente por medio de sus imágenes más representativas.

La xilografía era un sistema de grabación al alcance de cualquier editor, por pequeño que fuera, y el desgaste de las planchas de madera que se utilizaban, era suficientemente resistente como para realizar un número de copias adecuado para surtir a la clientela.

Bien en grupo o por separado, tras la reproducción de las suertes del toreo que empezara a mostrar Carnicero en su gran obra, surgieron cantidad de xilograbados que popularizaron los festejos taurinos allá por el comienzo del siglo de las Luces. Cuando los festejos eran costosos para la mayoría de los españoles, e inaccesible disponer de grabados litográficos, así como de textos taurinos, estas modestas imágenes llegaron la sector de la afición más modesto.

Con autoría indefinida, a tamaño menor, sin textos, al ser dirigida la obra también a muchos iletrados, proliferaron estas series taurómacas, bien suerte a suerte o todas juntas en las llamadas Aleluyas, de las que se editaron varias colecciones. Éstas contenían un nutrido número de imágenes que, en sí misma, relataban todo lo que podía suceder en un festejo.

En cualquier caso, es interesante la proliferación de escenas de la suerte de varas, sin duda la más plasmada de la corrida. En el caso de la serie que mostramos, de las que desconocemos TODO, son 6 las que se interesan por las acciones de los picadores y sus efectos.

Como se puede observar, algunas de las aristas de las planchas labradas han desaparecido, quizás por el excesivo uso, quizás por deficiente cuidado de manejo, o porque la madera no era de la mejor calidad. Lo que es cierto es que, a pesar de su modesto empeño, el fin se cumplía sobradamente: mostrar popularmente las suertes del toreo.

En la serie que mostramos aparecen 14 xilograbados diferentes, pero no estamos seguros de que sean éstos todos los que la forman. Aunque es cierto que componen un conjunto coordinado, no es de extrañar que falte un grabado con la salida del toro, algún lance o del uso del cachete, muy habitual en estas artes menores.

El tamaño de la mancha, es decir, de la plancha labrada y grabada, es de 10 x 6 cms., bastante mayor que las imágenes de las Aleluyas. Los temas, muy parecidos a la tauromaquia de Carnicero, también, han sido tratados con un relativo conocimiento taurino, por lo que es presumible que su distribución concluyera en éxito.

Éste tipo de difusión del arte del toreo tuvo su repercusión en el conocimiento de los festejos taurinos. Su interés puede equipararse al que luego, a mediados de siglo tuvieron las cartas tauromáquicas, que con su modesta inmediatez llegaban a muchos aficionados que no podían disponer de otro tipo de información taurina; ni ir a los toros…

Todo: Lake Price, Adam, Gail, Carnicero y las obras de estos anónimos y modestos artistas, contribuyeron a que la fiesta de toros fuese conocida debidamente en épocas en la que sociedad no disponía de demasiados medios de difusión y de conocimiento.

A continuación una «Aleluya» muy popular en el XIX, a partir del 2º tercio del siglo

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José María Moreno Bermejo

José María Moreno Bermejo

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