OTRO TORO DESTROZADO EN VARAS

EL DÍA ACIAGO DE UNA GANADERÍA BRAVA. EL GANADERO SIN DEFENSA

El 17 de mayo se lidió la corrida de Arauz de Robles en la Feria de San Isidro 2022, en la que intervinieron los matadores: Joselito Adame, Pepe Moral y Ángel Téllez. Lo que podría haber sido un homenaje al ganadero desaparecido en enero de este año, Javier Arauz de Robles, devino en una serie de rarezas que debemos comentar.

Foto: José Mª Moreno

La tarde era plácida, con excelente temperatura y una aceptable asistencia de 13.602 espectadores. El comienzo fue catastrófico: los dos primeros toros se partieron alguna de sus extremidades y tuvieron que ser sustituidos. Este problema se llevó la esperanza de toreros, ganadero y aficionados, aunque luego remontara la tarde con los lidiados como 3º, 6º y el comienzo de la lidia del 5º, justificando la buena casta de la ganadería que con tanto mimo y afición cuidó D. Javier, como si fuera a torearla él mismo.

¿Qué le pasó al 5º toro del encierro? En la primera suerte acudió presto al caballo, recibió un puyazo caído, se recreció en su empuje y su picador intentó rectificar en la muy agitada actitud del burel. Al 2º puyazo acudió franco, con menos empuje, y se fue casi suelto privado ya de cualquier «soberbia». Pepe Moral, aún al comienzo del 2º puyazo, pidió el cambio de tercio intuyendo que estaba listo el burel.

Foto de Movistar Toros

Después de la suerte de banderillas, el toro se paró sorprendentemente, dada su actitud anterior a los puyazos. ¿Por qué? La explicación estuvo en el desolladero tras observarse la canal de «CHIRIVITO», nº 14, de 515 kgs, de peso: su pulmón izquierdo había sido desgarrado por la puya en el primer encuentro, el violento y caído primer puyazo.

Foto: Julio Fernández

Ya expusimos en otra entrada las muy dañinas consecuencias de los puyazos inadecuados, que pueden provocar lesiones graves en el comportamiento de los toros. Y debemos considerar que no es siempre culpa del picador de turno, sino que la capacidad destructora de las actuales puyas, la profundidad a la que llegan en el cuerpo del animal, y la violencia de la lucha que sostienen con el jaco, en la que sus vísceras se agitan y acercan al hierro, son causas imprevisibles que debemos desterrar del albur, de la suerte.

La solución está clara, al menos para mí. Las nuevas puyas que propugnan D. Manuel Sales y D. Julio Fernández, con su geometría y medidas adecuadas, pueden evitar casi todas esas situaciones de lesiones involuntarias que, hoy por hoy no tiene otra solución mejor; que yo sepa. Cierto es que si se picaran bien los toros, en su sitio y con la debida medida, los problemas se solucionarían, pero picar bien es muy difícil, aleatorio y diverso según los animales (toro y caballo), por lo que la solución al problema debe buscarse en nuevas formas del elemento hiriente.

¡Ya está bien de toros destrozados en varas! No tiene sentido el tener solución al problema y no adoptarla enseguida. Así, con las puyas innovadoras, además de medir mejor el castigo, los malos puyazos de los advenedizos picadores, y los errores, en los que incluso los buenos pueden incurrir, se evitarían y así no se producirían esas lesiones incapacitadoras.

Omitimos el nombre del picador, convencidos de que los culpables de estas anomalías son más otros estamentos: los que permiten en el reglamento puyas demasiado luengas y destructivas. Y lamentamos que a un torero como Pepe Moral (en este caso), y a otros muchos que lo sufren anónimamente por desconocimiento de la causa, se le mermen sus posibilidades de triunfo por los malos efectos de los malos puyazos. Y los ganaderos…; creemos que deberían exigir una autopsia posterior a la lidia para, al menos, poder explicarse porqué se fue por la gatera su mucho celo y mimo en la crianza de un toro durante 4 o 5 años.

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José María Moreno Bermejo

José María Moreno Bermejo

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