DOS CURIOSOS CAPITELES PARA LA POSTERIDAD .
SANTA MARÍA LA MAYOR, TRUJILLO.
Tras el descubrimiento de muchas labores en piedra o madera, situadas en las catedrales, conventos e iglesias erigidas entre los siglos XIII y XVI, relativas a escenas taurinas, no es raro que me vean los devotos escudriñando capiteles, capillas, relieves, etc, de los templos que visito. Siempre con la mirada hacia arriba, la cámara en ristre, lista para captar cualquier extraña imagen que me recuerde los orígenes del toreo. De los juegos del hombre con el toro, desde aquellos que en el neolítico reflejaban las escenas de caza más bravas en las que el cazador, orgulloso y vencedor, dejaba constancia de su arte y valor, hasta los jocosos trabajos de atrevidos canteros y pintores que fijan su sello con el desparpajo del ahí queda eso.
Lascaux
El profesor D. Gonzalo Santoja ha investigado en profundidad sobre estas pequeñas tropelías que, de alguna forma hacen más atractivas las labores de caza y captura de imágenes taurinas anteriores, desconocidas para la mayoría. En su obra Por los albores del toreo a pie, nos deleita con los documentos pétreos o xilográficos que fue recolpilando, de esas escenas o imágenes que han ido conformando la historia de una tauromaquia ignota que engrandece nuestra relación ibera con los juegos del toro.
Monte Valosandero, Soria
De Lascaux a Altamira, pasando por la gran Termancia soriana y por el monte del Valosandero, la génesis de las imágenes del juego del hombre y el toro, nos ha ido explicando cómo empezó el toreo, tras las atracttivas imágenes cinegéticas.
Y el hombre sigue siendo fiel a su tendencia a ser recordado por alguno de sus actos y, lógicamente desea presumir de aquello que le deleita, y también desea dejar para la posteridad su semblanza, aunque sea de un modo atrevido, jocundo o delirante. Ahí vamos; a recordar con el granito labrado la historia de dos capiteles que se encuentran en la iglesia de Santa María la Mayor, de Trujillo, Cáceres; templo en el que un servidor se casó con su amada hace ya 54 años.
Santo Domingo de Silos
Dicha iglesia, y su torre mayor, denominada Torre Julia, fue abatida por la fuerza del terremoto de Lisboa de 1531. El estado de la edificación fue tan desastroso, que se decidió dejarla en su ruina y reconstruir la iglesia con torre nueva, abaratando la obra con el aprovechamiento de las piezas graníticas que configuraron el templo en sus estados anteriores. Incluso la portada principal actual fue rescatada de la anterior, algo muy habitual en aquellos tiempos en el que el Cabildo trujillano presumía de una austeridad máxima.
Santa María la Mayor, coro y pilar
Como quiera que fuere, el arquitecto trujillano que trabajó en la rehedificación y ampliación de la iglesia de Santa María en su segunda fase, antes de 1545, Sancho de Cabrera, utilizó múltiples elementos decorativos mezclando, en su acarreo, piezas de estilo románico con viejas del gótico primero, con lo que la oscuridad del origen de un capitel con motivo tauro erótico, es manifiesto. Si se puede acotar como última la data entre 1510 y 1545, fecha en la que comienza la reconstrucción de la parte final del crucero y el coro.
Escena erótico taurina; toro, sátiro con muleta, itifálico y mascarón.
Pero extraña observar cómo en el capitel aparece un mascarón, muy utilizados en el gótico del XIV, por lo que pudiera ser de ese siglo nuestra querida escena taurina. Desde luego, y gracias a las noticias que nos facilita el Cronista oficial de la ciudad de Trujillo, D. José Antonio Ramos Rubio, el capitel debe ser de finales del XV a principios del XVI. Puede apreciarse la impostura de la fijación de la pieza, que fue en parte deteriorada al fijarla en su actual lugar.
La escena la compone un toro al ataque, un sátiro orejudo u, otro extraño ser, que distrae a la res con una muleta mientras le amenaza con un enorme falo inhiesto. Escena curiosa taurina erótica oscuramente silente en esta bella iglesia trujillana.
Y en el mismo templo, en la torre que abatió el seísmo citado, otra pieza labrada en granito preside, desde su altura la graciosa vanidad de un maestro cantero, Antonio Serván Donaire El Rana, que al no encontrar escudo esquinado para completar el adorno del remate de la Torre Julia, obtuvo licencia del constructor para poner el capitel que se le antojara. El Sr. Casares, responsable de la empresa, pensó que El Rana utilizaría cualquiera de los materiales de acarreo que por allí dormían desde hacía más de cuatro siglos, pero nuestro cantero, por cierto, un gran artista, presidente de una de las 2 peñas trujillanas del Club Athletic de Bilbao, esculpió con deleite el escudo del club de sus amores. Y dijo aquello de Ahí queda eso; y hay quedó.
TORRE JULIA CON SU ESCUDO DEL ATHLETIC DE BILBAO
Así, una iglesia que se edificó sobre antigua mezquita árabe a partir del 1233, cuando se produjo la reconquista, se encuentra hoy con unas curiosísimas piezas graníticas que forman parte del ornamento de esta bellísima Muy Noble y muy Leal Ciudad de Trujillo, título otorgado por Juan II en 1430. Más tarde, en este siglo, se le ha designado como Insigne y Muy Heroica (por adjetivos ampulosos que no quede); y podríamos añadirle lo de jocunda y erótica…
En la Red