ADEMÁS DE SUS 320 PÁGINAS DE TEXTOS, CONSTA DE 20 RETRATOS Y 20 ESCENAS TAURINAS EN GRABADOS DE ALTA CALIDAD
Un libro clásico de la tauromaquia del siglo XIX. Además de los doctos conocimientos que en él vierte uno de los historiadores más importantes del toreo, contiene unos preciosos grabados en los que se reproducen 20 retratos de toreros y 20 escenas taurinas.
El interés que despertó este libro en la cultura taurina fue tal que tuvo 3 ediciones, en 1868, 1873 y 1889. Es, posiblemente, la edición más relevante del mundo del toreo en el pasado siglo XIX, tanto por sus textos como por sus importantes grabados litográficos.
Curiosamente, cada edición tiene un diferente número de ilustraciones taurinas; así, en la 1ª son 19 los retratos y 20 las escenas taurinas; la del 1873, la nuestra, los retratos son 20, y 20 las escenas; en la del 1889 los retratos son ya 23, permaneciendo los mismos 20 grabados de lances taurinos.
La necesaria inclusión de los retratos de los toreros emergentes, dio pie a plasmarlos en las reediciones, algo acertado, pero que no quedó reflejado debidamente en las presentaciones de las siguientes a 1873.
La edición de los grabados corrió a cargo de J. Cuevas; los retratos los hicieron José Aramburu, 14, y R, Rojas, 6. Las escenas taurinas corrieron a cargo del gran pintor sevillano José de Chaves.
Siempre referido a la edición del 1873, las medidas del libro son: 27 x 37 cms. Los retratos tiene una huella de 24 x 31 cms., y las escenas taurinas 33 x 21 cms.
Los retratos reproducidos en esta obra han servido de copias para no pocas reproducciones en libros de toros. La calidad y fidelidad de los rasgos de los toreros sirvieron a los escritores y editores para reseñar la evolución de la historia taurina.
José de Chaves Ortiz, uno de los pintores taurinos de mayor empaque artístico, realizó las escenas taurinas del libro que nos ocupa y, al pasar de los años sus colaboraciones con el mundo del toreo siguieron, hasta sus importantes aportaciones a la La Lidia, donde publicó 67 escenas, alternando con Perea y Lizcano, entre otros.
Chaves nació en Sevilla en 12 V 1839, y allí murió en 23 IX 1903. Su formación artística la cursó en la Escuela de Bellas Artes sevillana, en la que tomó clases de Eduardo Cano y Manuel Barrón. Manuel Cabral le animó a dedicarse a la pintura dadas sus muy cualidades innatas. Tras sus primeros trabajos en la pintura religiosa, se decantó por la taurina y el costumbrismo.
Para la visita a Sevilla de la reina Isabel II, le encargaron al pintor varios trabajos de tema militar. Dos de las obras de Chaves fueron adquiridos por la Reina en aquella ocasión.
Una edición facsímile de la del 1873, realizada en 1888, en calidad muy limitada, aportó la novedad de un retrato más que la del 1889, lo que nos hace pensar que el editor pretendió evadirse de cualquier conexión de las ediciones anteriores; incluso de la posterior, de la que recoge 2 retratos.
De cualquier modo, a la hora de detallar las características de esta gran obra taurina en lo referente a sus ilustraciones, debemos guiarnos por las ediciones 1ª, 1868, y 2ª, 1873. A partir de esta edición, ya muerto José Velázquez y Sánchez (1826-1880), su sobrino Leopoldo Velázquez y Rodríguez (1844-1909), se hizo cargo de los apéndices de la obra, y la reeditó en 1889.
CIE Dossat reeditó también este trabajo en el año 2000. La editora Órbigo lo hizo en el 2015. Es pues posible acceder a un ejemplar de los Anales del Toreo con bastante facilidad, si bien se aconseja conocer a fondo el contenido de cada una de sus ediciones, porque alguna, como ya apuntamos anteriormente, deja mucho que desear en calidad; incluso en contenido.
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