BIENVENIDO EL AÑO TAURINO 2022

En este primer día de 2022 me place recrearme en la esperanza de una regeneración ética de nuestra Fiesta más nacional: «Los Toros». Las zancadillas que la pandemia del Covid-19 y la gestión que de ella están realizando los responsables de nuestra salud y albedrío, nos están limitando la libertad de vivir, afectando de lleno la celebración de festejos taurinos de todo tipo; los que conforman nuestra Tauromaquia. Sin embargo, la aportación entusiástica y acertada de toreros y empresarios del llamado segundo nivel (el primero es el del mangoneo), ayudados por una labor encomiable de la Fundación del Toro de Lidia «FTL» y por las más activas televisiones autonómicas (Castilla la Mancha, Andalucía, Castilla León, Extremadura, y en los últimos tiempos también Madrid), han demostrado que esa necesaria regeneración es posible; es plausible dada la respuesta de todo el entramado taurino «de segundo nivel», incluida la Afición. (Permitidme que soslaye la importancia del canal Toros de Movistar, artista invitado de máxima importancia pero con el mérito limitado por su obligada presencia en las retransmisiones para salvaguardar la permanencia de abonados en la Compañía. Aún con esa presencia obligada, no han logrado atraer la credibilidad del aficionado por la muy limitada calidad de los colaboradores de las retransmisiones de corridas, no la de otros «fijos discontinuos» de constatada solvencia).

Clamar por una Afición unida, con voz y presencia determinante en las decisiones institucionales, es necesario e imprescindible. Si la propiedad de más del 80% de las plazas de toros de España es de organismos públicos (ayuntamientos, comunidades o diputaciones provinciales), es lógico que el aficionado tenga derecho a opinión y voto en las decisiones de la explotación de dichas plazas. Lo malo del asunto es la continuada ausencia de unión y acuerdos de objetivos en la trama de ese amorfo combinado de heterogéneos conceptos taurinos y de muy limitada capacidad para proyectar un adecuado futuro de la Fiesta. Sé que es difícil conseguir esa deseada comunión de intereses, por haberlo intentando varias veces en el pasado con todas mis ganas. Siempre la soberbia o la egolatría de algunos de los dirigentes han impedido la necesaria unión que se requiere para que a la Afición sea respetada como interlocutor necesario en las decisiones sobre el futuro de la Fiesta de toros. Ha sido más responsable y acertada la intervención de los líderes de aficionados de los festejos taurinos populares en la participación, redacción y toma de decisiones en los programas para la adecuación y normalización de los toros en calles, encierros, recortes, saltos, capeas etc., que la de los Toros en plazas; estos seguimos con nuestros pleitos internos, el ninguneo al mérito de los otros, el repudio a aceptar la diversidad lógica y enriquecedora, para seguir pragmáticos en que: «lo mío es lo único verdadero»; y, para que se joda el sargento: no como.

Y así nos va. Esperamos que sigan batallando por nosotros personas como el alcalde de Villaseca de la Sagra, Jesús Hijosa Lucas, que con un vecindario de menos de 2.000 habitantes nos procura una feria taurina novilleril del máximo interés demostrando que las cosas bien hechas tienen su justo premio. Nosotros sólo estamos para criticar, entorpecer y exigir una atención que no merecemos. El aficionado tiene que meditar sobre el porqué de su levedad en las decisiones sobre la Fiesta; de su carencia de importancia en el entramado taurino.

Por ello, mi petición para el 2022 es que, de una vez por todas los aficionados cojamos al toro por los cuernos y exijamos a nuestros dirigentes la unión con las demás asociaciones para lograr una verdadera y seria representatividad ante los foros de decisiones en los que se fragua el futuro de nuestra Fiesta de Toros. Luchar por ello es creer en el futuro de una fuerte Fiesta de toros. Persistir en nuestra abulia es condenar a la mediocridad y a la posible indefensión el futuro de nuestra Corrida. Y, sin defensa, dada la capacidad económica de los grupos de toda calaña que pugnan por la prohibición de los Toros, nuestro nietos, quizás nuestro hijos, pueden asistir al fin de nuestro Espectáculo más Nacional; el más representativo de nuestro carácter e hidalguía.