ELEGÍAS DE VIDA Y MUERTE: EL LLANTO DE LORCA; EL DOLOR DE ALBERTI, VERTE Y NO VERTE; Y LA BÚSQUEDA DE MIGUEL HERNÁNDEZ DE LA MUERTE, ENTRE EL VALOR Y EL ARTE.
(Dedicado a un necio y sectario ministro español)

Una abrumadora pena se alojó entre la intelectualidad de los poetas españoles de la generación del 27 cuando, Granadino, de la ganadería de Hermanos Amaya, recargó con saña en las entrañas de Ignacio Sánchez Mejías con sus cuernos asesinos en el agosto de 1934. Manzanares fue testigo de un luto inusitado por la muerte de un hombre, un torero, un dramaturgo y un mecenas de la cultura más docta del pueblo español.

Al luto acompañan los poetas sus sentidas elegías, pretendiendo nublar la muerte con muestras de amor y consideración por aquel que llevó el timón de un movimiento literario poético jamás repetido desde el siglo de oro de nuestra cultura universal. Y al dolor mutilaron con sus elegías excelsas de inusitada belleza vestidas de amor agradecido por su generosa entrega a la amistad y a la poesía.

EDUARDO NARANJO. EL LLANTO
Y Federico, sin consuelo, recuerda en Cruz y Raya, 1935, a su amigo con su Llanto, el sentimiento más profundo que la poesía española alcanzara jamás:
EL LLANTO POR LA MUERTE DE SÁNCHEZ MEJÍAS
¡Eran las cinco en todos los relojes!
¡Eran las cinco en sombra de la tarde!
las cinco de la tarde,
Las heridas quemaban como soles
a las cinco de la tarde,
y el gentío rompía las ventanas
a las cinco de la tarde,
a las cinco de la tarde,
¡Ay que terribles cinco de la tarde!
¡Eran las cinco en todo los relojes!
¡Eran las cinco en sombra del tarde!
Las cinco de la tarde.

EDUARDO NARANJO, EL LLANTO
Sánchez Mejías colaboró en el grupo de teatro universitario La barraca, dirigido por García Lorca y Eduardo Ugarte, que tenía como objetivo llevar a las zonas rurales el teatro clásico; en el participaron lo más granado de la intelectualidad española. Colaboraron en este especial grupo cultural personalidades como Américo Castro, Fernando de los Ríos, Xavier Zubiri, Unamuno, Ortega y Gasset… y casi todo el grupo de la generación del XXVII.

COMPONENTES DE LA BARRACA
—
Luego Alberti, en 1936, también en la revista Cruz y Raya, transido de dolor, recuerda a su amado Ignacio, y en su elegía viste su pena de increíble sentimiento de frustración por la inmensa pérdida:
VERTE Y NO VERTE
Yo, lejos, navegando; tú, por la muerte.
¡Quién lo pensara,
que por pies un torillo te entablerara!
De Sánchez Mejías, dice Alberti en La arboleda perdida (pág. 263):
¡Qué raro talento el de Ignacio para entrar enseguida en lo más difícil, para saltar de lo más serio a lo más absurdo y alocado! Comprendía con toda facilidad las escuelas modernas de pintura, el último ismo parisiense arribado a Madrid… Con quien Ignacio se sentía realmente bien era con nosotros.

RAFAEL ALBERTI, SUMA TAURINA, 1963
—
Miguel Hernández refiere en la enciclopedia LOS TOROS, que dirigió José María de Cossio y que él vistió con sus textos sobre la cultura taurina y su historia, uno de los artículos más doctos sobre los intelectuales del 27, mostrando su admiración por las elegías que la muerte de Sánchez Mejías suscitó a los invasores del parnaso taurino.

ORLANDO PELAYO. EL LLANTO, 1985
Francisco Bores, dedica a Lorca y a su Llanto por Sánchez Mejías una obra pictórica plena de color, dolor y muerte; el toro y el poeta arriban al encuentro eterno. Intenso sentimiento de agradecimiento y consideración.

FRANCISCO BORES, EL LLANTO
—
CELEDONIO PERELLÓN viste de luto a sus musas para llorar la muerte del valiente, y les invita a acercarse a él entre velos, que apenas cubren sus bellezas, tantas veces ensalzadas en sus candentes y alucinantes pinturas.

CELEDONIO PERELLÓN, EL LLANTO
—
Una muerte de un torero, de un intelectual que conmovió a los representantes de la cultura española, ajena al sectarismo y a la confrontación; el personaje, Ignacio Sánchez Mejías era mucho más que un torero, que no es poco. La sociedad seguía, y seguirá siempre, debatiendo sobre el Toreo, es el sino de una fiesta ancestral, culta y anacrónica; eterna y efímera; controvertida y fuerte en su esencia, aún tras los ataques de necios y radicales que toman banderías insulsas al olor de los votos o mamandurrias que por ello puedan alcanzar. Ajenos a la controversia que un rito ancestral ha suscitado en toda la intelectualidad desde hace, al menos, 1500 años, dejándonos imágenes excelsas de la danza entre la vida y la muerte que realizan toro y torero, plenas de verdad, amor y arte. Ignacio Sánchez Mejías, derramó su sangre en el rito dejando en la cultura española una huella de admiración, poesía y generosidad.
—

RAFAEL DE PAULA EN SU EXCELSA ARMONÍA (en recuerdo)


En la Red