Estamos en el último capítulo de las Corridas Generales de Bilbao 2018, y es momento de hacer balance de lo acaecido en el coso de Vista Alegre desde el día 19 al 26 de agosto, a falta del plato fuerte de la corrida de Miura que se lidia hoy, y obviando el festejo de rejones del sábado 18, dado su carácter familiar que supuso una miaja de falta de respeto a la afición al arte ecuestre de la tauromaquia, arte de Marialba.
Leopoldo, Enrique, Antonio, Javier y Victorino
El centenario Club Cocherito de Bilbao nos ha ofrecido una serie de actividades taurinas de máximo interés: exposición de dibujos de D. Celes; esculturas en papel recordando a Fandiño; clases magistrales del eximio doctor en periodismo D. José Luis Ramón; homenajes y coloquios con los personajes taurinos de la actualidad certeramente dirigidos por D. Iñigo Crespo…, que mantuvieron felizmente ocupadas las horas del aficionado ávido por profundizar en las entrañas de la santa fiesta de toros que tanto nos ilusiona.
El día 20 el Cocherito rindió un emotivo homenaje al ganadero eterno D. Victorino Martín Andrés, y en su recuerdo los últimos presidentes del Club: D. Leopoldo Sánchez Gil, D. Enrique Villegas y D. Javier Molero, junto al actual D. Antonio Fernández Casado se unieron para cantar la trayectoria del ganadero de bravo más importante de los últimos 100 años en sus aspectos profesional y personal, que no dudaron en reputar de irrepetibles. D. Victorino Martín García y su hija Dª. Pilar, presentes en el acto, agradecieron las palabras de los presidentes del Club Cocherito con orgullo y emoción.
Una de las decepciones mayores del serial ha sido la escasa asistencia de público a los tendidos y gradas de Vista Alegre. El citado trágala de la corrida de rejones, la inadecuada distribución de los festejos «toristas» y «toreristas», la falta de información y publicación de los festejos, incluso los de recortes y saltos de por la mañana; y una cierta abulia por parte de gestores y responsables de la Junta Administrativa, personal cansado ya, que no ha sabido adaptar la gestión de los festejos a los tiempos actuales, han impedido una mayor asistencia, la que merecían los carteles por su buena distribución de toreros consagrados y emergentes, y unas ganaderías de prestigio.
La corrida de Victorino fue una corrida buena, maltratada en varas, especialmente al 2º de la tarde que pasó de embestir repetidamente al capote pronto y con fijeza, humillando, a salir de la 1ª vara caída renqueando lesionado. Álvaro Lorenzo dibujó pases templados bien colocado; gustó y se gustó. Escribano estuvo aguerrido y con entrega, pero sin acierto. Fortes quiso, pero no estuvo iluminado, y terminó en la enfermería; siempre pensamos que merece mejor suerte.
Toro de Torrestrella»
La corrida de «Torrestrella» me gustó mucho; encastada, bella, con entrega y poder que merecía una lidia adecuada a sus características y una suerte de varas que lograra hacer humillar a las reses tras picarlas en el morrillo. También le dieron mucho y mal en el caballo, a excepción de Óscar Bernal que picó bien y «casi» en su sitio. Caballero no supo cómo tratar al encastado 2º; Román quiso siempre…, pero no llegó; y Luis David movió variada y vistosamente su capote y nos mostró la ligereza con la que maneja la muleta, sin apenas compromiso ni «bragueta».
Cuvillo nos ofreció una corrida para olvidar «ya». Por fin acudió el público a la plaza de Bilbao atendiendo a un cartel de «claveles»: Ponce, Manzanares y Roca Rey.
Garcigrande dio otro petardo; ni siquiera tuvo en cuenta que allí estaba su valedor, D. Julián de San Blas, al que acompañaban Padilla, de despedida (adiós, Padilla, adiós) y Manzanares, que no supo encontrar ninguna tecla para comenzar su sinfonía, ni siquiera para una charanga de las que «oímos» en 1º y 4º (con perdón).
El Parralejo nos trajo una corrida desproporcionada de tipos, cornalona, altota y sin clase. Jandilla y Fuente Ymbro venden, pero no lo mejor; supongo. El paso de novilladas a corridas le pesó a esta ganadería. Por la mañana, en los coloquios de El Cocherito, un representante de la ganadería, Pepe Moya, se explayó aclarándonos que hoy hay que criar toros modernos para el toreo actual. Que no se pueden torear toros antiguos con los toreros modernos: o sea, hay que llevar a la plaza toritos domesticados al gusto de los toreritos que llevan más de 20 años en el palmito para seguir consintiéndoles realizar el toreo de salón que evita toda lidia, respeto en varas, puesta en suerte adecuada, etc. etc. etc. Ferrera, nada. Perera, nada. Ginés, poco menos que nada, que diría mi amigo Bert.
Victoriano Del Río también se explayó con descaro en la charla de El Cocherito por la mañana. Es engreído y parece que ha inventado el toro bravo. Ciertamente maneja con soltura una ganadería de las mejores que existen hoy, pero se le nota la envidia que tiene a las que son asiduos los toreros punteros. Su pecado, su gran pecado, fue que en el coloquio confesó que desestima vacas por exceso de bravura; y se quedó tan fresco, ¡hale! Luego sus toros, de presencia adecuada para Illescas, nos dijeron que habrían preferido ser paridos por vacas bravas. El 2º se descordó tras la larga cambiada de Garrido. En varas sufrieron las travesuras de Doblado (fatal 1ª vara), «Josele» y demás compañeros mártires, y sólo el 6º sacó la casta que todos esperamos de esta ganadería. Allí estaba «Roca Firme» para arrancarle las 2 orejas concedidas al «estilo Matías emoción», con los 2 pañuelos a la vez, como hiciera en el 5º de El Cid en tiempos pasados, y en las de Urdiales de hace tres ferias, esta vez sin lagrimear… La faena del limeño estuvo plena de valor, técnica y mando. Tiró la moneda y salió cara. Castella dibujó una serie de muletazos bellos. Garrido se ofreció pero no pudo con el genuino sobre de Manolo Caballero, y no compitió con el impresentable 5º.
Alcurrucén es una ganadería de mi gusto, siempre la espero con interés. Hoy no ha salido mala, ni buena, ni todo lo contrario. Ponce no sedujo, cansó. Muchos gestos innecesarios mandando callar al público, exigiendo paciencia, lamentando que el toro haga lo que tiene que hacer: ganar al torero; y, lo que es peor: tirando lineas lejanas que permitían al burel colarse alguna vez proporcionando incertidumbre al torero acostumbrado a que le obedezcan siempre sus oponentes, sus corifeos y su cuadrilla de admiradores y acompañantes; «El rey desnudo», que difícilmente es capaz de poner al toro correctamente en la Suerte de varas. Juli quiso, tiró de técnica y voluntad, pero una actitud de rigidez le impidió expresar sus poderes. No fueron malos los de Alcurrucén, ni buenos; había que encontrar las teclas e ir pulsándolas con «tempo» y temple, como hizo Urdiales en su 2º, más próximo a dejar al torero en la enfermería que a hombros de los capitalistas. Bravo Urdiales, geniudo el 6º con cosas dentro que sacó la voluntad (y la necesidad) de un torero que fue repudiado por el césar Casas por no avenirse a los sueldos de la tabla venteña: o tragas o no toreas. Emocionó, templó, tragó y gustó. Bravo Urdiales que toreaba su 3º corrida de 2018 (¿Cómo son posibles estas injusticias? ¿Y la de Talavante?) .
Y queda Miura. Deseo que salga una corrida superior. Y lo deseo, además de por lo que lo quieren todos los aficionados, para ver si poco a poco siguen destacando los toros encantados, mansos o bravos, y la afición encuentra esa emoción que falta en el toreo actual debido a la previsibilidad de toros, toreros y… público corifeo.
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