LA ALTERNATIVA DE LOS PICADORES

ALTERNATIVA DE LOS PICADORES DE TOROS

Con todo el derecho del mundo taurino banderilleros y picadores pueden tomar, como  los matadores  de toros, sus alternativas  en los términos  que marca el reglamento,  siempre y  cuando  cumplan  con  los requisitos  exigidos  para  merecer  el derecho a banderillear  o picar en corridas de toros. Esta distinción les otorgará su antigüedad y con ella una situación en el escalafón como reconocimiento a la trayectoria de su actividad como profesional taurino. Esta ceremonia apenas es celebrada hoy día, y no suele tener más importancia que la que da su inscripción en los registros de los profesionales del mundo del toro y, si acaso, el turno para la elección del caballo a utilizar en sus actuaciones.

Nos referimos ahora a las alternativas de los picadores durante el siglo XIX y principios  del  XX  constatando,  en  documentación  alusiva  al  asunto,  cómo entonces era mucho más importante que ahora el acto de esa distinción, y cómo los profesionales  hacían valer su doctorado como título de una profesión  tan arriesgada,  entonces, como la de picar toros bravos en caballos,  famélicos la mayoría de ellos, sin peto protector. Veremos algún ejemplo después.

La ceremonia de la alternativa del picador del XIX era muy sencilla, e importante, y se producía con la presencia en el ruedo del neófito acompañado de un picador de toros, ya alternativado, que le concedía el derecho a poner la primera vara a cada uno de los toros de la corrida, para lo cual se colocaba el aspirante a la salida de chiqueros  para largar al burel los primeros  puyazos. Igual que ahora esa antigüedad otorgaba sólo derechos menores, pero en los años pasados  éstos eran reciamente  exigidos,  como podemos  apreciar  por el suceso siguiente:

El 5 de mayo del 1901 se celebró una corrida de toros en la Nueva Plaza de Toros de Barcelona, “Las Arenas”, inaugurada el 29 de junio del 1900. Los diestros Antonio de Dios “Conejito” y José García “Algabeño” iban a lidiar y dar muerte a 6 toros de D. Eduardo Ibarra. Por la mañana, los picadores de “Conejito”, Manuel de la Haba “Zurito”, Agustín Molina y Ricardo Moreno “Onofre”, mostraron su determinación a no actuar en la corrida porque uno de los picadores de “Algabeño”, que sustituía a los lesionados José Bayard “Badila” y Manuel Álvarez “Moreno”, carecía de alternativa. Se trataba de Emilio de Sales, picador no habitual en la cuadrilla del de La Algaba. Los picadores de alternativa no querían alternar con los que, según ellos, no la tenían.

“Conejito” intentó convencerlos de que había que torear; ellos dijeron que nones. Tuvo que intervenir la Autoridad imponiendo el criterio de que el citado Sales ya había actuado en aquella plaza, y que aunque no hiciera pública su alternativa por derecho la había recibido. La amenaza de que si no toreaban les mandaría a la Guardia Civil, fue determinante. Así se las tomaban los picadores de entonces. Aquella época en la que ostentaban con orgullo sus muchas cornadas y huesos rotos. “Zurito” explicaba: “No vamos a venir desde Córdoba para alternar con el primer gachó que se suba a un caballo”. Casi como ahora…

 

 

 

El reglamento taurino vigente actualmente, (Real decreto 145/1996 de 2 de febrero de 1996, se refiere a las alternativas de picadores y banderilleros en su artículo nº 8. Al tratar de la sección “V” de los profesionales taurinos, establece las categorías que dan derecho a participar en corridas de novillos o de toros. Para que los picadores de novillos alcancen la 1ª categoría, picar en corridas de toros, deberán acreditar su intervención en, al menos, 20 novilladas, siendo 10 de ellas  en plazas de 1ª o de 2ª. Para conmemorar ese importante tránsito en la carrera del picador, puede éste recibirla de su compañero de tanda al cederle aquel el picar a su primer toro. No hay ceremonia especial de ningún tipo, pero se considera de interés la efemérides por la inscripción en el registro de profesionales como picador de primera categoría y alcanzar la antigüedad correspondiente.

No estaría de más que esta ceremonia se realizase, con el debido respeto y consideración, sin embargo, a mi modo de ver, está tan deteriorada la profesión de picador, principalmente por un intrusismo alarmante que no la beneficia, que apenas se vislumbran motivos de orgullo en la mayoría de los que la ejercen al estar escasa de épica, de relevancia y de necesidad… Y hoy necesita la corrida un exquisito trato de buen hacer en la Suerte de varas, porque los antitaurinos se fijan, con razón, en la poca ortodoxia con la que se está realizando cada día. Debemos mejorar, desde luego; es necesario hacerlo.

Gracias a mi amigo Fernando del Arco por su aportación a este artículo.

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José María Moreno Bermejo

José María Moreno Bermejo

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